Este cuadernillo elaborado por el Ministerio de Educación fue editado en el 2001, mucho antes del auge de Internet, de los smartphone y de las redes sociales que con el tiempo se convirtieron en los principales impulsores de la colaboración entre pares. El cuadernillo propone y desarrolla la idea de las culturas colaborativas como nuevas formas de provocar cambios de mejoras en las escuelas a partir del diálogo, la empatía y del uso de la inteligencia colectiva de su comunidad. Algunas ideas que propone:
No es sencillo promover una cultura de trabajo colaborativo. Reconocer la complejidad de la propuesta implica asumir que no hay realidades sin conflictos y que los procesos de mejoramiento a abordar no son lineales. Pero, sin duda, los equipos son un camino hacia el logro de una mayor coherencia en la formación de los estudiantes y en el desarrollo profesional de los docentes.
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Supuestos básicos del desarrollo de culturas colaborativas:
La escuela constituye un espacio para el desarrollo de la acción y la reflexión sobre lo realizado. La escuela, en cuanto organización, tiene una cultura propia, y los sujetos que en ella interactúan han de reconstruirla críticamente, como meta para la mejora de los aprendizajes y de la calidad de la vida escolar.
Es necesario fomentar algunos valores en la cultura escolar: la apertura, en vez de una actitud defensiva; la comunidad, en vez del aislamiento; la colaboración, en vez del individualismo; la autonomía interdependiente y la autorregulación crítica, en vez de la dependencia de una dirección externa. La colaboración supone una apuesta por un nuevo modo de interpretar las relaciones entre escuela y sociedad, la organización educativa en su conjunto, las prácticas curriculares de enseñanza y aprendizaje y las relaciones institucionales.
La colaboración no puede enseñarse de manera teórica; es necesario vivenciarla en todos los aspectos de la vida escolar.
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* Una cultura netamente individualista vinculada con el trabajo aislado, la falta de información proveniente del medio y de los otros colegas, con ambientes de aprendizaje empobrecido. En ellos, los docentes tienen dificultades para aprender de los demás y no están en una situación adecuada para perfeccionarse y cambiar.
* Otra cultura más colaborativa, vinculada con aquellos rasgos de trabajo donde los profesores comparten las decisiones y trabajan en equipo, cuando conversan sobre cualquier aspecto de su tarea, comparten recursos y materiales, criterios de planificación, soluciones frente a problemas comunes, etcétera. Estas modalidades crean ambientes de aprendizaje enriquecido, en los cuales se instala la idea de que aprender es una tarea que no culmina nunca y un compromiso genuino con su profesión y su perfeccionamiento.
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Para ello, se hace necesario asumir que la escuela siempre enseña, aún cuando no lo haga de manera intencional. En sus formas de organizar los horarios, el modo de relación entre docentes y alumnos, los vínculos entre adultos, la generación de una comunidad académica y una comunidad educativa, entre otros aspectos, puede dar lugar o no, a aprendizajes en todos los actores. Muchas veces estos efectos no son deseados y, en algunos casos, pueden resultar hasta contradictorios con las propias metas de la institución. Así, por ejemplo, se puede proponer que los alumnos aprendan a convivir con los demás, cuando las formas de convivencia no son objeto de reflexión en el conjunto de la institución, ni se materializan en pautas claras, públicas y consensuadas entre el conjunto de actores docentes de la escuela.
El PDF «Hacia culturas colaborativas en la escuela» se pude descargar a continuación: