La historia de Marta, una mujer de mediana edad que debe cuidar a su madre con demencia senil, describe una situación muy común. Hijos e hijas que deben atender a sus padres mayores, y con pocos recursos para contratar personas que los ayuden en esa difícil tarea. Las duras circunstancias por las que venía atravesando la mujer para intentar apaciguar el carácter irascible de la anciana llegan a un punto culminante un domingo a la noche. En solo tres días, la dura rutina de Marta se verá dramáticamente alterada por la inesperada ayuda de un importante referente del pueblo donde viven.
“Gotas de fe” está ordenada en once capítulos que describen los acontecimientos que marcarán la vida de la mujer. Todo comienza un viernes y finaliza en domingo. Aquí va el primero:
Viernes – 1. La cosecha
Al costado de una ruta agreste que atraviesa una amplia zona de siembra, un molino de viento bombea agua hacia un tanque de chapa colocado en el suelo. El ruido de las aspas girando indica óxido en el rotor, lo que provoca un agudo chillido que se transmite hacia la desolación del paraje. El molesto sonido no alcanza para alterar la actividad que Fito realiza debajo de aquella estructura. Sus largos brazos parecieran especialmente diseñados para el trabajo en el campo, examinando con precisión la frondosa vegetación que allí crece. Está agachado buscando yuyos y otras hierbas que abundan en la zona. Con una pala de mano va escarbando en la tierra, seleccionado raíces y hojas que se lleva a la boca para comprobar su calidad. Desecha lo rancio y el resto lo almacena en una bolsa de arpillera colgada en el hombro. Su ojo experto localiza flores y plantas medicinales como la manzanilla, el tilo y la lavanda. Cuando se encuentra con menta, frota sus hojas para sentir el fresco aroma que sale desde el arbusto. Presta mucha atención con las hortensias ya que su ingesta resulta tóxica. Su cara muestra alegría al distinguir raíces de valeriana, escasa y muy efectiva para tratar la ansiedad y el insomnio.
Está concentrado en su labor. Por momentos se detiene ante la quietud de la tarde primaveral que lo acompaña. Se lo nota tenso. Gira su vista hacia los costados comprobando la calma del área. Retoma la cosecha cuando sólo ve algunos caballos deambulando a lo lejos.
Al terminar la recolección se dirige al auto estacionado a pasos del lugar. Cuando ingresa se clava en el dedo una púa que sobresalía peligrosamente de la bolsa. Gotas de sangren surgen de la herida. El hombre lanza un insulto. Busca en el interior algún trapo para vendarse. Abre la guantera y encuentra un pedazo de tela detrás de un revolver calibre .38 que siempre lo acompaña. Toma el paño y lo pone sobre el corte. Tira la espina por la ventana y revisa cuidadosamente el despoblado ambiente por el espejo retrovisor.
Luego de varios segundos de observación, enciende el motor y se aleja por el polvoriento camino.
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© Cristián Parodi